Qué versus cómo
“La derrota es un dato. La incertidumbre se centra en cómo reaccionará el oficialismo a esa derrota. Tenemos la experiencia de las PASO. Con una economía completamente rota, ¿cómo recuperará confianza para rearmarse políticamente y llegar mejor parado a las presidenciales de 2023?”, se pregunta en pleno Comité de Inversión quien administra un importante fondo asegurador.
“En cuanto a incentivos para conformar coaliciones, la regla principal es que para permanecer en ella cada miembro no reciba menos de lo que podría obtener jugando solo”, explicaban el pasado lunes en una presentación a inversores. “La probabilidad de que el Peronismo rompa con Cristina es cero. Ella es quien tiene los votos y ella es la única que podría llegar a romper”, agrega el politólogo.
¿Cristina rompe o Cristina acuerda con el FMI? El binario escenario se cuela y refleja en el precio de los activos financieros locales.
La dimensión tiempo
¿Cómo explicar que en el último mes hayan aumentado simultáneamente las acciones argentinas y a un ritmo menor, el dólar libre? ¿La decisión correcta es apostar por Argentina o cubrirse ante un eventual cisne negro? La respuesta radica en la dimensión tiempo.
“Si me preguntás cómo irte a dormir en estas elecciones creo que estás obligado a estar en dólares. Por más que no pase nada en la primera semana, que yo creo que no va a pasar, por un tema de seguridad tenés que hacerlo. Sin embargo a mí los activos me siguen gustando, por eso sigo comprando de largo”, aporta un poco de luz a sus casi 51 años, un reconocido trader de bonos.
Quien compra dólares, busca cubrirse frente a la eventual volatilidad de corto plazo. Quien piensa en acciones, considera que a pesar del espectacular rally observado en lo que vale del año (+30% en dólares), su valor está muy por debajo de los máximos históricos. En algún momento, seguramente más lejano en el tiempo, la situación argentina se normalizará.
Dólar de corto. Acciones de largo.
¿Cash is King?
“Desarmemos toda la posición ya. Dolaricemos. No me importa pagar $215 por dólar”, bajaba línea un empresario tucumano. La seguridad mental de permanecer en moneda dura es una constante.
Los argentinos somos probablemente los únicos inversores en el mundo que encuentran refugio en acumular una moneda con un 6.2% de inflación sólo en el último año. Es tal la obsesión por el atesoramiento, que la pérdida del poder de compra no viene únicamente de la mano de la suba de precios. La pila de dólares que se acumulan en el popular lugar conocido como ”bajo el colchón”, puede quedar inmovilizada durante tanto tiempo que una vez que el inversor decida usarla, el mundo sea otro. Es lo que ocurre con los billetes emitidos por la Reserva Federal entre 1914 y 1996, popularmente conocidos como “cabeza chica”. Fundamentando que prontamente saldrán de circulación, las “financieras” los aceptan con un descuento sobre su valor nominal. Mientras en la Capital Federal ese descuento es de un 1%, en la calle San Martín cobran a los tucumanos entre un 5% y 7% por un billete que es aceptado no solo por bancos locales sino en Estados Unidos, su país de origen.
Ahorrar en moneda dura es una buena decisión. El problema es nuevamente el tiempo.
“Un salvavidas cuesta ·en condiciones normales $3.000, pero ¿qué estás dispuesto a pagar por un salvavidas si estás en el Titanic?” es quizás uno de los mejores ejemplos para sintetizar lo que está pasando.
El “momento” en el que se ejecuta la compra es fundamental. El dólar libre un año atrás superó los $200 y en abril de 2021 se había desplomado debajo de los $140.
Diciembre suele ser un mes de mucha demanda estacional de pesos. Si no compró dólares para atesoramiento, no se apure tanto. Diciembre está a la vuelta de la esquina y muchos saldrán a vender dólares para afrontar sus obligaciones en pesos.
La devaluación por todos esperada
Con una inflación acumulada de 52% en los últimos 12 meses el atraso cambiario en el valor “oficial” se siente. Esta semana corrió la versión sobre un potencial pedido del FMI: devaluar un 30%. El costo político de esa decisión es muy alto. La alternativa planteada por el gobierno sería aumentar paulatinamente el ritmo de devaluación. Gradualismo al mejor estilo Macri. Buen momento para recordar cómo nos fue.
Salto discreto o no, el dólar oficial es lo único barato en Argentina. El mercado lo sabe y por ello aumenta la demanda por instrumentos de cobertura. Ya sea a través de bonos, fondos comunes o contratos de dólar futuro, no quedó inversor alguno sin asumir estas posiciones. El riesgo inherente una vez más pasa por el momento de tiempo en el que un inversor decide entrar. Hoy la mayoría de estos productos está caro. Y más que comprarlo, lo ideal es ir vendiendo parcialmente a medida que su precio sube, incorporando las expectativas de devaluación en el dólar oficial.
El problema, ¿son los dólares?
Al menos el 70% de los depósitos del sistema financiero local está colocado en deuda del Estado. La exposición de bancos al sector público preocupa, situación advertida esta semana en un reporte de la agencia Moodys.
¿Qué pasará con esa montaña de pesos? Las opciones van de mal a peor. “Licuarlos vía inflación, un pan estilo Bonex o un cambio de acreedor a través de un acuerdo con el FMI. O probablemente un mix entre las 3 opciones”, explicaba un reconocido economista en una de las infinitas conferencias otorgadas.
En el desafío diario de tomar una decisión hoy ante un futuro incierto, probablemente la volatilidad nos acompañe de corto plazo y cubrirse en moneda dura sea la decisión correcta. Las escasas reservas obligan a un inminente acuerdo con FMI antes de marzo 2022 y pensando en el mediano plazo, apostar por bonos en dólares luce adecuado. Si miramos más lejos en el tiempo, las acciones argentinas tienen un largo recorrido por delante a pesar de su impresionante desempeño.
Es por ello, querido especulador, que al momento de tomar una decisión considere no sólo el horizonte de tiempo, sino el momento en el que decide entrar. De tanto pensar, quizás está llegando tarde y la procrastinación lo lleva a pagar un precio caro.